Les Rebelles du dieu néon

Un día, cuando viaja excepcionalmente en el taxi de su padre, se fija en un joven que va en moto. Este último, molesto por los bocinazos del padre, rompe el espejo retrovisor del coche. Kang-Sheng se lo encuentra un tiempo después y lo sigue. 

«Entre masturbaciones y grisgrís, autismo y trance, borracheras y soledad, Tsai acompaña a su héroe de dos caras sin juzgarlo. Su paso a paso poético es una auténtica obra en curso, cuya dinámica resulta difícil de percibir al principio porque se inventa a sí misma, precisamente, sobre la marcha. Su película es como una inmersión en vivo en la confusión de un cerebro adolescente: es imposible, a la luz de una escena, predecir la siguiente, y esta imprevisibilidad actúa como un juramento cinematográfico. No es un proceso, sino una procesión. Sensible, sensual... y magnífica.»  

Olivier Séguret, Libération, marzo de 1998 

Tsai Ming-Liang,Les Rebelles du dieu néon (Rebeldes del Dios del neón). Taiwán, 1992, 90 min, DCP, color, vostf 
Con Lee Kang-Sheng, Chen Chao-Jung, Jen Chang-Bin 

Precedida de: 
Tsai Ming-Liang, Le pont n’est plus là (El puente ya no está) (Taiwán, 2002, 23 min, DCP, color, vostf) 
Con Lee Kang-Sheng, Chen Shiang-Chyi, Lu Yi-Ching  

Shiang-Chyi deambula por delante de la estación de tren de Taipéi. De repente, una mujer con una maleta cruza la avenida principal. Un policía los detiene y les pide los papeles. Shiang-Chyi le obedece. Pero la mujer se niega, argumentando que suele cruzar con frecuencia el puente. El puente ha desaparecido… 

 
«Como si, a través de este nuevo giro en la vida de sus personajes (su Antoine Doinel va a hacer porno), Tsai estuviera anunciando su propio futuro: quizá videográfico y pornográfico, DV y sexual (reconoce que le intriga el vídeo), un poco como Kiarostami, cuando al final de Goût de la cerise (El sabor de la cerezas), anunció los futuros cambios de su obra. Aunque el plano final invoca un rebasamiento terrestre (un cielo azul salpicado de nubes), Tsai afirma que el sexo será más radical en su próxima película.»  
Jean-Sébastien Chauvin, Les Cahiers du cinéma, n.° 573, noviembre de 2002