Exposición / Museo
Une histoire, art, architecture et design, des années 80 à aujourd'hui

El evento ha terminado

«Une histoire», la nueva muestra de la colección contemporánea del Centre Pompidou, permite descubrir en el museo más de cuatrocientas obras realizadas desde los años 80 hasta hoy. Una primera oportunidad para repasar el arte de los últimos treinta años. Pinturas, esculturas, instalaciones, vídeos, películas, dibujos, fotografías, maquetas de arquitectura, diseño: un recorrido temático ofrece al visitante las claves para comprender la creación más contemporánea, con obras de casi ciento ochenta artistas y unos cincuenta arquitectos y diseñadores, procedentes de cincuenta y cinco países. Algunas de las obras presentadas acaban de integrar la colección y muchas otras se exhiben por primera vez.
La historia del arte de los últimos treinta años se inscribe en el fenómeno de la globalización, con la emergencia de nuevos territorios artísticos —para los países occidentales— de todos los puntos del planeta.
1989 es un año de ruptura y el inicio de una nueva era. La caída del muro de Berlín trae consigo el descubrimiento de partes del arte parcialmente disimuladas tras el telón de acero, y mientras, empiezan a germinar las nuevas generaciones de la era poscomunista.
Las manifestaciones de la plaza Tian'anmen dirigieron la mirada del mundo hacia una nueva China, cuyos artistas han irrumpido en la escena internacional. Se han desarrollado cientos de eventos dedicados al arte contemporáneo para dar cuenta de las escenas emergentes, más allá de la occidental y, en particular, de la anglosajona. En las décadas de 1990 y 2000, aparecieron bienales que se han hecho hueco en la agenda artística internacional, como las de Sharjah en los Emiratos Árabes Unidos (1993), Gwangju en Corea (1995), Manifesta en Europa (1996), Berlín (1998) o Moscú (2003), por citar unas pocas. Un auténtico giro descolonizador y multicultural que ha modificado profundamente la concepción museística del arte. El Centre Pompidou ha mostrado particular interés por estas escenas emergentes y, en algunos casos, las ha aprovechado para renovar su colección; Esta muestra refleja dicho interés, en especial, por los países de la antigua Europa del Este, China, Líbano y varios núcleos de Oriente Medio, Turquía, India, Sudáfrica, México y Brasil.
El medio del arte en sí ha experimentado importantes cambios. El número de artistas, galerías y comisarios de exposición crece de forma exponencial, mientras que el arte se ha ido convirtiendo en un nuevo objeto de «consumo» cultural. El mercado del arte contemporáneo, a pesar de la recesión de 1990, no ha dejado de consolidarse. En él dominan los artistas americanos y chinos, a pesar de la brecha abierta por los discursos poscoloniales. La mediatización del arte, que ha secundado la explosión de la demanda, contribuye a democratizar el arte contemporáneo y lo expone al espectáculo.
Por último, las numerosas fundaciones e iniciativas privadas también han visto la luz y encontrado su lugar en este mundo del arte, nuevo y globalizado, contribuyendo a reinventarlo.
A nivel artístico, la llegada de las realidades virtuales, de internet y de la era digital ha supuesto un punto y aparte: en especial, la caducidad del revelado con luz en fotografía o la autonomía de ciertos medios como el cine o el vídeo. El sonido se convierte en un material autónomo de las instalaciones.
Los artistas aprovechan las evoluciones tecnológicas que permiten programar por ordenador, en relación con la imagen. La exposición, por su parte, es considerada por algunos artistas como un medio en sí mismo, ya que se ha podido programar como un bucle temporal, si observamos, por ejemplo, los trabajos de Philippe Parreno o de Anri Sala.
Por último, la práctica de la performance recobra un interés notable, abriéndose a la danza, el teatro o el texto hablado. En cuanto a la historia del arte, también ha sido objeto de numerosos debates, pero ninguno de ellos —desde Francis Fukuyama hasta Arthur Danto— ha anunciado el fin de la historia o la entrada en una era poshistórica.
Nuevas orientaciones proponen una historia no linear, horizontal, más que vertical, incluyendo microrrelatos locales y abriendo un campo de investigación considerable. Las cuestiones de identidad han alimentado también muchos debates, iniciados en muchas ocasiones por los artistas afroamericanos, entre los cuales muchos consideran que ya estamos en la era del «post-black art».
En esta efervescencia mundial, los artistas han reaccionado con mirada crítica al fenómeno de la globalización y a sus nuevas realidades, reinventando sus prácticas en función de los sobresaltos de un mundo en transformación, que genera muchas cuestiones políticas y sociales. La nueva presentación de las colecciones contemporáneas, «Une histoire», propone una lectura del arte inspirada en el posicionamiento de los artistas frente a los profundos cambios mencionados.
Por cierto, muchos de ellos han reinventado sus prácticas replanteándose hasta su «forma de vida» y postura como artista, explorando las ciencias humanas o la literatura. En la década de 1990, emergen nuevas figuras de artista: productor, historiador, archivista o documentalista, como reacción a los trastornos sociopolíticos contemporáneos. Estas evoluciones van acompañadas de una revisión de la historia del arte, más abierta y menos centrada en la antigua visión occidental. Parte de ellos sigue replanteándose la modernidad, no sin nostalgia, reactivando obras o perpetuando el arte de la citación —muy de moda en los 80—, mientras que otros han preferido zambullirse en las novedades virtuales e instaurar nuevos modos participativos. La relación con el cuerpo también ha producido numerosos inventos plásticos; por otra parte, muchos se han identificado con el narrador o la autobiografía, instaurando ficciones en torno a la intimidad. La realidad y el objeto cotidiano han sido el origen de muchas esculturas e instalaciones que «repoetizan» lo banal, rearticulan las esferas públicas y privadas sometidas por su parte a profundos trastornos sociológicos.
Algunas figuras, como Steven Parrino, han abierto vías hacia una nueva pintura radical y subversiva, por ejemplo, la nueva escultura «precaria» de Thomas Hirschhorn.
Por Christine Macel, Comisaria, conservadora, jefa del servicio Creación Contemporánea y Prospectiva, Musée National d'Art Moderne

Quando
11:00 - 21:00, todos los días excepto martes
Dónde
Entretien avec Bernard Blistène, directeur du musée national d'art moderne
Nouvellement arrivé à la tête du musée, quel est votre premier constat ?
Bernard Blistène – L'ampleur de la collection et son extraordinaire développement ! Riche de plus de cent mille œuvres, elle est la plus importante en Europe et, sans doute, l'une des deux plus essentielles au monde avec celle du MoMA de New York.
C'est à la fois une responsabilité et une possibilité considérables. C'est aussi le fruit de l'engagement de toutes celles et ceux, conservateurs, artistes, donateurs, sociétés d'Amis et complices de l'établissement qui contribuent, avec les pouvoirs publics, à son enrichissement constant. Alfred Pacquement, à qui je veux rendre hommage, appelait joliment cela « Fruits de la passion ». Pareille collection est un outil irremplaçable pour offrir aux différents publics les clés de la compréhension de l'art moderne et contemporain. Sa diversité permet une approche pédagogique de la création et donne la possibilité de renouveler les accrochages de façon toujours plus dynamique. L'équipe de conservation le fera au fil d'incises multiples et de focus dans le parcours des collections permanentes, mais aussi de différents espaces que nous travaillons à remodeler.
Après ce nouvel accrochage des collections contemporaines, quelle sera la prochaine présentation des collections ?
BB – Nous travaillons à réinscrire la collection au cœur des multiples lieux de présentation qu'offre l'établissement. Je crois indispensable d'atténuer la distinction souvent trop marquée entre expositions temporaires et collections permanentes. Après la présentation des collections modernes (de 1905 à 1970) « Modernités plurielles » qui se terminera en janvier 2015 et en contrepoint d'« Une histoire. Art, architecture et design des années 1980 à nos jours », nous préparons un nouvel accrochage moderne sur un mode chronologique. Je suis attaché aux repères qui permettent de comprendre une œuvre ou un mouvement dans un temps et une géographie donnés.
Et l'idée de la mondialisation ?
BB – La présence de Catherine David, nouvellement arrivée au sein du musée à mes côtés, est le gage d'une réflexion exigeante sur ce sujet. Le Centre Pompidou est désormais pleinement engagé dans la construction d'une collection globale. Beaucoup de travail a été accompli en ce sens, et ce dans tous les domaines de la création. Mais je tiens à proposer l'approche la plus précise possible des œuvres et de leur contexte.
L'exigence de modernité ne doit pas conduire au brouillage des repères nécessaires à la compréhension de la création par le public le plus large.
Le Centre Pompidou rend hommage, ces prochains mois, à l'exposition « Magiciens de la terre ». 1989, une date clé ?
BB – « Magiciens de la terre » est en effet une manifestation cruciale dans l'histoire des expositions, un sujet qui me passionne. Elle a fait date et représente, vingt-cinq ans après sa réalisation, une plateforme de réflexion toujours aussi pertinente. Les archives de tous ordres qui seront exposées, le colloque comme l'université d'été et la publication constituent une méthode d'analyse et de débats que seul un établissement de l'ampleur du Centre Pompidou est à même de proposer. 1989 est aussi un seuil historique que met en exergue l'accrochage « Une histoire » qui ouvrira au public le 2 juillet prochain.
Vous rappelez souvent que le musée trouve toute sa force d'être au cœur du Centre Pompidou ?
BB – Le Centre Pompidou est un lieu pluridisciplinaire unique. Le musée national d'art moderne s'inscrit au cœur d'un établissement irremplaçable, conjuguant réflexion sur l'histoire moderne et prospection contemporaine. Il m'appartient de conduire le musée en pleine osmose avec les autres composantes du Centre Pompidou et de contribuer ainsi pleinement à sa stratégie globale.
Source :
In Code couleur n°19, mai-aout 2014, pp. 28-30
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