Exposición / Museo
Coder le monde
Mutations / Créations 2
15 jun - 27 ago 2018
El evento ha terminado
La exposición «Coder le monde» —dentro de la programación de «Mutations/Créations»— presenta un estado de la creación digital contemporánea en diferentes disciplinas. Repasa la historia del código digital y de la manera en que los artistas han ido haciéndolo suyo desde que aparecieran los primeros ordenadores en la década de 1960. Desvela, asimismo, un universo estético y crítico común que cuestiona un día a día totalmente invadido por las lógicas digitales. Concebida en torno a seis timelines, la exposición articula múltiples correspondencias en las lógicas creativas, aportando una lectura global de lo que constituye la cultura de lo digital.
Quando
11:00 - 21:00, todos los días excepto martes
Dónde
Presentación por el comisario de la exposición
El código digital y las prácticas de scripting son un hecho ampliamente representado en la actualidad. La definición de lo computacional acuñada en los sesenta se basa en las fuentes históricas del cálculo y la numeración, que presidieron la generalización de los algoritmos con la llegada del ordenador. Coder le monde, un repaso a cincuenta años de historia a penas, crea vínculos entre las artes y pone de relieve los puntos en común que presentan el desarrollo de la tecnología digital, la evolución de los lenguajes de programación y la expansión de las redes. Esta exposición desvela un universo estético y crítico común que cuestiona un día a día totalmente invadido por las lógicas digitales.
Coder le monde hace un balance de la creación digital contemporánea en diferentes disciplinas. La exposición se articula en seis timelines: historia del código, los algoristas, música y código, literaturas digitales, diseño digital de formas en arquitectura y diseño, cuerpo y código. El visitante puede observar múltiples correspondencias a lo largo de estas detalladas líneas temporales, que ofrecen una lectura global de lo que es la cultura de lo digital; una premisa para comprender el mundo contemporáneo en el que creadores y artistas vuelven a encontrar su lugar como prescriptores e inventores frente a la abstracción del universo tecnológico.
La primera timeline define la historia del cálculo, de la lógica y de la algoritmia, disciplinas gracias a las que filósofos como Pascal o Leibniz inventan las primeras calculadoras. El código está vinculado, en primer lugar, a la historia de las máquinas: Charles Babbage creó el analytical engine (1834) incluso antes de que Ada Lovelace inventara el primer programa. Posteriormente, los lenguajes se independizan en forma de lenguajes de programación que, a partir de los años sesenta, se afirmarán como campos de experimentación y de creación.
De modo que los algoristas —un movimiento internacional de artistas plásticos (1960-1980)— abren el camino de la experimentación plástica basada en la formalización del código digital. La idea de un arte programado —anticipado por el arte cinético en la exposición Arte Programmata (1962) organizada por Bruno Munari y cuyo prefacio fue escrito por Umberto Eco— plasma la noción de la creación vinculada al lenguaje de programación. La exposición fundacional de Jasia Reichardt, Cybernetic Serendipity (1968), sacó a la luz a una generación de artistas del mundo entero reunidos en torno a las primeras experiencias plásticas del arte informático: los norteamericanos Michael Noll y Kenneth Knowlton, el alemán Frieder Nake, el suizo Gottfried Honegger, el movimiento de la Nove Tendencje (Vjenceslav Richter, Vladimir Bonacic…) y el grupo Art et Informatique de Vincennes (Jean-Claude Marquette…). Revistas como Bit, Computer Graphics World, Radical Software también reflejan este florecimiento del arte por ordenador. Ya a partir de los años 50, la música contemporánea, comprometida con las vanguardias históricas en el estudio de la formalización de la notación, encuentra en la informática un fructuoso campo de investigación gracias a pioneros como Iannis Xenakis, Pierre Barbaud, Milton Babbitt, John Chowning… Asimismo, la danza contemporánea, basándose en la problemática de la notación que se afirma con Rudolf von Laban, descubre en el campo digital nuevas formas de escritura que unen la expresión corporal y la normalización espacial del código. Coreógrafos como Merce Cunningham, William Forsythe o Alwin Nikolais forman parte de esta historia del cuerpo y del código. Las vanguardias históricas ya problematizaron la noción de lo escrito en relación con la expresión de la voz (Marinetti, Schwitters); posteriormente, el movimiento Fluxus ve en el ordenador un instrumento de formalización que permite liberar las relaciones entre el signo y el sentido: Brion Gysin o Alison Knowles abrirán el camino a autores como Nanni Balestrini, Theo Lutz, Emmett Williams… Las herramientas computacionales inciden también en todas las disciplinas que trabajan con el espacio y las formas; ingenieros como Pierre Bézier o William Fetter inician un nuevo enfoque de la ingeniería y de la producción industrial. A partir de los ochenta, nuevos programas como Form Z y Catia darán paso a la comprensión de las morfologías digitales, iniciada por arquitectos como Cedric Price, John Frazer, Peter Eisenman, Christian Kérez, Frank Gehry o Greg Lynn.
Coder le monde destaca a los creadores actuales, procedentes de todas estas disciplinas. Diseñado como un espacio inmersivo con numerosas pantallas, el mundo digital se expresa a través de las creaciones plásticas de Driessens & Verstappen, Peter Campus, Casey Reas (el creador del programa Processing) o Charles Sandison. Aparecen nuevos procesos de creación digital como Mine the Scrap de Andrew Witt y Tobias Nolte, Nine Elms Bridge de Roland Snooks —en el que algoritmos «multiagentes» o «agent body» codifican la geometría y la topología a través de funciones complejas y variables que crean estructuras inéditas— o Predictive Art Bot de Nicolas Maigret y Maria Roszkowska.
La exposición también recoge un universo plástico relacionado con la formalización digital, un mundo de píxeles y vóxeles (3D) que podemos encontrar en la anticipación de una obra, en el reparto aleatorio de 40 000 carrés suivant les chiffres pairs et impairs d’un annuaire de téléphone de François Morellet, o en las recientes obras plásticas de Farah Atassi, Mishka Henner y Philippe Schaerer. Píxeles y vóxeles también suscitan una reflexión crítica, la de un modernismo radical que nutre el trabajo de MVRDV, Troika, Olga Kisseleva… Se propone así una inmersión en este campo físico de píxeles, vóxeles y máxeles que difuminan todas las escalas al cuadrado y al cubo y reorganizan las formas desde lo infinitamente pequeño hasta lo infinitamente grande. La formalización de matrices digitales y la pixelización que conocemos son, sin duda, un vasto territorio de estudio y de expresión plástica.
Source :
in Code Couleur n°31, mayo-agosto 2018, pp. 32-35
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