Exposición / Museo
Chagall, Lisitski, Malévich...
La vanguardia rusa en Vítebsk (1918-1922)
28 mar - 16 jul 2018
El evento ha terminado
La exposición que el Centre Pompidou dedica a la vanguardia rusa de 1918 a 1922 se centra en la obra de tres de sus figuras emblemáticas: Marc Chagall, El Lisitski y Kazimir Malévich. También presenta trabajos de docentes y estudiantes de la escuela de Vítebsk, creada en 1918 por Chagall: Vera Yermoláieva, Nikolái Suietin, Iliá Cháshnik, Lázar Jidékel o David Yákerson.
A través de un conjunto inédito de doscientos cincuenta obras y documentos, este evento pone el foco por vez primera en los años posrevolucionarios en los que, lejos de las metrópolis rusas, la historia del arte se escribía en Vítebsk.
Quando
11:00 - 21:00, todos los lunes, miércoles, viernes, sábados, domingos
11:00 - 23:00, todos los jueves
Nocturno los jueves (23:00)
Dónde
Presentación por el comisario de la exposición
El año 2018 marca el centenario del nombramiento de Marc Chagall en el puesto de comisario de Bellas Artes, en la ciudad de Vítebsk, situada actualmente en Bielorrusia. Este evento, seguido poco después por la apertura de la Escuela Popular de Arte a iniciativa del artista, abre un periodo febril de actividades artísticas en ese lugar. Entre los artistas que Chagall invitó para dar clases en su establecimiento encontramos figuras primordiales de la vanguardia rusa, tales como El Lisitski y Kazimir Malévich, fundador del suprematismo. A pesar de que la exposición que dedica el Centre Pompidou al periodo de la vanguardia rusa comprendido entre 1918 y 1922 se centre en la obra de estas tres figuras emblemáticas, también presenta los trabajos de profesores y estudiantes de la escuela de Vítebsk: Vera Yermoláieva, Nikolái Suietin, Iliá Cháshnik, o incluso Lázar Jidékel y David Yákerson. A través de un conjunto inédito de doscientos cincuenta obras y documentos, este evento se fija por primera vez en los años posrevolucionarios en los que, lejos de las metrópolis rusas, la historia del arte se escribía en Vítebsk.
Este capítulo desconocido empieza con Marc Chagall. Este pintor residente en Petrogrado y antiguo inquilino de La Ruche presenció la revolución bolchevique que transformó Rusia durante el año 1917. La votación de una ley que derogaba cualquier discriminación nacional y religiosa le confiere por primera vez, a él, artista judío, el estatus de ciudadano ruso en toda regla. Chagall experimenta en ese momento una fase de embriaguez creativa. Crea toda una serie de obras maestras monumentales. Cada uno de esos grandes cuadros parece una oda a la felicidad de la pareja, como ocurre en Double Portrait au verre de vin y Au-dessus de la ville, que representan a dos enamorados —Chagall y su mujer Bella— que suben por los aires, libres como pájaros. Todo exulta la euforia del momento. No obstante, con los meses, Chagall se siente obligado a prestar socorro a los jóvenes de Vítebsk que carecían de enseñanza artística, a apoyar a quienes, como él, vienen de un medio modesto y son de origen judío. Entonces se le ocurre la idea de crear en su ciudad natal una escuela de arte revolucionario, abierta a cualquiera, sin límite de edad y gratuita. Este proyecto, que conlleva además la creación de un museo, es la perfecta encarnación de los valores bolcheviques; Anatoli Lunacharski, jefe del Comisariado Popular para la Instrucción Pública, le da su visto bueno en 1918. Un mes después, nombra a Chagall comisario de Bellas Artes, y como primera misión, le manda organizar las fiestas del primer aniversario de la Revolución de Octubre. Chagall sugiere a todos los pintores de Vítebsk que fabriquen pancartas y banderas a partir de dibujos preparatorios; varios de ellos han perdurado, especialmente los del propio Chagall y los del joven David Yákerson. Chagall escribirá posteriormente en su autobiografía: «Por toda la ciudad ondeaban mis bichos multicolores, hinchados con la revolución. Los obreros avanzaban cantando la Internacional. Al verlos sonreír, tenía la certeza de que me comprendían. Los jefes, los comunistas, no parecían tan satisfechos. ¿Por qué la vaca es de color verde y por qué el caballo vuela por los aires? ¿Por qué? ¿Qué tiene que ver todo eso con Marx y Lenin?».
Tras las celebraciones, el comisario se vuelca en el desarrollo de su escuela, que acogería todos los estilos y dispensaría una educación de alto nivel. Invita a artistas conocidos, que viven en las metrópolis rusas, como Iván Puni y Mstislav Dobuzhinski, pilar del grupo tradicional El Mundo del Arte. El 28 de enero de 1919 tiene lugar la inauguración oficial de la escuela. Chagall, admirado por sus alumnos, invierte todos sus esfuerzos en el buen funcionamiento del centro. Mientras que algunos profesores empiezan a irse de la escuela, otros vienen, como Vera Yermoláieva, futura directora, y El Lisitski, que se encargará de los talleres de imprenta, grafismo y arquitectura. Este convencerá a su amigo Chagall para que invite al líder de los movimientos abstractos: Kazimir Malévich. Tras su llegada, en noviembre de 1919, el carisma de este teórico sin igual enardece de inmediato a los jóvenes alumnos. No tardarán en formar junto a otros profesores adeptos de la nueva corriente un grupo bautizado Unovis (Afirmadores del Nuevo Arte). Uno de sus lemas es: «Viva el partido Unovis, que afirma las nuevas formas del utilitarismo del suprematismo». Este colectivo diseña carteles, revistas, banderolas, letreros y tarjetas de racionamiento; el suprematismo impregna todos los ámbitos de la vida social. Sus miembros elaboran la organización de fiestas y obras escénicas, decoran tranvías, engalanan fachadas, construyen las tribunas de los oradores. Las paredes y las calles de la ciudad se llenan de cuadrados, círculos y rectángulos. La abstracción suprematista es el nuevo paradigma estético, no solo en la escuela, sino en el mundo en general. Lisitski, por su formación de arquitecto, desempeña un papel fundamental. Es el primero que, con el extraordinario conjunto de Prouns —proyectos de afirmación del nuevo arte—, lleva el volumen arquitectónico al plano pictórico de los suprematistas, considerando sus lienzos y dibujos como «estaciones intermedias entre la pintura y la arquitectura».
En cuanto a Malévich, durante los años que pasó en Vítebsk, se dedicó más a redactar sus principales escritos teóricos y a dar clases que a ejecutar sus pinturas, con excepción de su magistral Suprématisme de l’esprit. Este profesor, metódico y estimulante, atrae cada vez a más estudiantes, arrinconando progresivamente a Chagall. Durante la primavera de 1920, Chagall abandona su sueño de una escuela que juntara todos los estilos de un arte revolucionario; este principio cohesivo lo había guiado tanto al constituir la colección del museo como al organizar, en diciembre de 1919, la primera exposición pública, que reunía los lienzos de Vassily Kandinsky y de Mijaíl Lariónov y las obras abstractas de Olga Rózanova. Puesto que su aula se iba quedando vacía, Chagall decide irse de Vítebsk en junio para instalarse en Moscú. Guardará rencor a Malévich al que acusa de haber maniobrado en su contra. Las obras que realiza en esa época, tales como Paysage cubiste, se leen como un ajuste de cuentas con los suprematistas en un tono burlón, incluso irónico: en el centro de una composición cubofuturista, bajo un paraguas verde, un minúsculo personaje —¿el propio Chagall?—, último superviviente de su humanismo poético, camina delante del edificio blanco de su escuela.
Ya sin Chagall, Malévich y el colectivo Unovis, los únicos comandantes a bordo, trabajan para «la edificación de un nuevo mundo». Se organizan exposiciones colectivas en Vítebsk y en las metrópolis rusas; se instauran comités locales por todo el país, como el grupo Unovis de Smolensk en torno a Władysław Strzemiński y Yekaterina Kobro; en Oremburgo con Iván Kudriashov; y en Moscú adonde acude Lisitski para reunirse con Gustavs Klucis y Serguéi Senkin y formar el nuevo movimiento constructivista durante el invierno de 1920. Al terminar la guerra civil entre 1921 y 1922, el clima político cambia: las autoridades soviéticas, en un intento de instaurar un orden que consideran necesario en el ámbito ideológico y social, empiezan a expulsar las corrientes artísticas que no sirven directamente los intereses del partido bolchevique. En mayo de 1922, se gradúa en la Escuela Popular de Arte de Vítebsk su primera y última promoción. Durante el verano, Malévich viaja con varios de sus estudiantes a Petrogrado para continuar la reflexión sobre un suprematismo volumétrico elaborando las maquetas de una arquitectura utopista, tituladas Architectones, y varios utensilios de porcelana. La escuela popular de arte de Chagall mudó en un laboratorio revolucionario para reinventar el mundo.
Angela Lampe
Source :
in Code Couleur, n°30, enero-abril 2018, pp. 20-25
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