Prix Marcel Duchamp 2022

Los artistas 

Giulia Andreani 

La práctica de Giulia Andreani se basa en las narraciones históricas –historias frágiles o tragedias a escala humana– que desvela a través de sus investigaciones y de los archivos que recopila. La artista analiza la historia a fondo, y reordena este archivo visual y textual mediante un fotomontaje único en su trabajo como pintora. Expone historias singulares de mujeres que luchan contra la historia con mayúscula, destinos ocultados privados de cualquier recuperación heroica. Mediante una gama cromática única –el gris de Payne– su pintura evoca las relaciones de poder en la historia, incluso en la idea de la maternidad. Para el Premio Marcel Duchamp, mientras se libra un conflicto a las puertas de Europa, Giulia Andreani sitúa en el centro de su obra un doble poder cuyos términos están íntimamente ligados: el poder de dar la muerte o la vida. 

Iván Argote 
Muchas de las obras de Iván Argote, tanto las actuaciones filmadas como las instalaciones escultóricas, replantean el espacio público desde la radicalidad y el compromiso. Su trabajo está impulsado por una doble perspectiva lúdica y política. «Mis obras son reflexiones sobre cómo nos comportamos, cómo entendemos nuestro entorno inmediato y cómo se relaciona con la historia, las tradiciones, el arte, la política y el poder.» Para el Premio Marcel Duchamp, Iván Argote reconsidera la forma en que asumimos una «memoria del olvido»: en tres plazas públicas europeas (en París, Madrid y Roma), se apodera de nuestro pasado colonial actuando sobre el destino de tres monumentos, símbolos de esta parte de la historia que no pasa. En la exposición, los obeliscos desmembrados de terciopelo, antimonumentos lúdicos y poéticos, sirven de base para lo que el artista llama películas futuristas. 

Philippe Decrauzat
La pintura y el cine de Philippe Decrauzat establecen una relación crítica con la historia del modernismo al crear un juego visual y referencial mediante ciertas estrategias perceptivas propias de las vanguardias históricas y de las prácticas experimentales, extendiendo sus fuentes a campos tan diversos como el diseño gráfico, la música y la ciencia ficción. Su obra recurre a fenómenos ópticos que implican tanto al autor como el estatus de la imagen. Su compleja relación con el tiempo y el espacio –que se ha dilatado, comprimido o cíclico– perturba así nuestra comprensión del mismo. Para el Premio Marcel Duchamp, Philippe Decrauzat propone dos espacios distintos y complementarios. Los shaped canvas y un “bucle” cinematográfico transmiten la experiencia espacio-temporal del cuerpo en la exposición. 

Mimosa Échard 
La obra de Mimosa Échard propone alianzas singulares, donde lo orgánico se codea con lo tecnológico y lo sintético. Esta farmacopea ambivalente infunde una obra proteica –vídeo, pintura, escultura, instalación– que bebe de la cultura pop o de la contracultura psicodélica. A menudo fruto de colaboraciones con personas del mundo de la creación, entre ellas gente de la música y de la escritura, su obra revela una historia material de la tactilidad que dibuja otra, subrepticia pero también profundamente política. Para el Premio, ella diseñó un «objeto arquitectónico ambiguo». Oscilando entre lo sublime y lo abyecto, esta «máquina de lágrimas» de la percepción, o pantalla deseante, produce flujos ininterrumpidos, como los de nuestra sociedad líquida.