Exposición / Museo
Bernard Frize, sin arrepentimiento
29 may - 26 ago 2019
El evento ha terminado
El Centre Pompidou presenta una nueva mirada sobre la obra de Bernard Frize, pintor francés imprescindible en la escena artística internacional desde sus inicios en 1977. Conocido por sus cuadros de arte abstracto conceptual de los años 80, Frize es un artista que incorpora elementos figurativos en su obra, además de interesarse por la fotografía.
La exposición propone un itinerario temático libre, sin orden de visita ni jerarquía, que revuelve el enfoque serial característico de la obra del artista. El proyecto, diseñado en estrecha colaboración con el artista, reúne alrededor de sesenta obras que nos hacen entrar en el acto mismo de la creación, revelando las estrategias y los retos intelectuales sobre los que se basa su obra.
Seis temas estructuran este itinerario de inspiración oulipiana y pretendidamente paradójico: Con sinrazón, Sin esfuerzo, Con sistema, Sin sistema, Con dominio, Sin pausa.
Quando
11:00 - 21:00, todos los días excepto martes
Dónde
Entrevista con el artista
Volvamos a sus inicios. Tras un paréntesis, en 1977 retomó su actividad artística, cubriendo sencillamente la base del lienzo con trazos de color horizontales y verticales, de forma mecánica. ¿Podríamos calificar esta serie como una actividad absurda o como un reflejo de la absurdidad del mundo?
Bernard Frize ‑ La verdad es que era una tontería. Ciertamente no tenía sentido pero, en lugar de describir un mundo sin razón, describí un mundo cuya razón estamos buscando. Por eso me aplicaba en repetir como un monje los trazos horizontales y verticales, porque esta actividad me permitió buscar la razón por la que lo hacía.
¿Entonces lo importante no es tanto cumplir la tarea como su significado?
BF ‑ Así es. Me veo más próximo a Lewis Carroll que a la absurdidad total de Albert Camus. Con todo, claramente hay algo de Sísifo en ello. Me gusta tomar las cosas tan al pie de la letra que se me muestran bajo un punto de vista distinto.
¿Podría decirse que intenta deshacerse de la cuestión del sentido?
BF ‑ No, no lo creo. Más bien lo busco constantemente, y el sentido no llega. Creo que por eso hay tantas formas diferentes en mi trabajo. No repito lo mismo, sino que busco accesos diferentes. Establezco restricciones para no elegir y poder continuar.
¿El pensamiento oulipiano era importante para usted?
BF ‑ No lo sé. En mis comienzos, leía mucho a Ludwig Wittgenstein y a Lewis Carroll, pero estaba anclado a mi época. El OuLiPo es una buena herramienta para abordar mi trabajo, pero cuando lo hacía no reflexionaba sobre la cuestión, era algo intuitivo. (…)
La estructura de la exposición se basa en las paradojas de su trabajo. Acabamos de hablar sobre cómo recurre a los sistemas para sus cuadros, pero al mismo tiempo da la impresión de que busca derrumbarlos valiéndose de efectos aleatorios. ¿Cuál es el papel del azar en su trabajo?
BF ‑ A veces los sistemas tienen un resultado absurdo que es fruto del azar. La realidad termina destruyendo el sistema como en Algunas causas accidentales y otras causas naturales, Emir o Drexel, Burnham & Lambert. Mi trabajo fija una serie de condiciones en las que podrá intervenir el azar. (…)
¿Busca entonces domesticar el azar, controlarlo dándole una forma, poniéndolo a su servicio? ¿Cómo se sirve del azar? ¿Ve en el azar un agente destructor o un elemento liberador?
BF ‑ Al principio, el azar interviene por… azar (risas). Luego, intento domesticarlo y valerme de él. Así que depende
de en qué etapa me encuentre. Como trabajo mucho por series, el azar me sirve también para salir de la serie y encontrar otra perspectiva.
¿Entonces libera?
BF ‑ Sí, me permite salir del sistema en el que me encuentro, a veces lo domestico.
Otra paradoja más.
BF ‑ Sí, eso es, todo el tiempo (risas). (…)
Creo que otro de los aspectos de su control técnico es el tratamiento que realiza de la superficie. Recurrir a la resina acrílica le confiere un aspecto esmaltado, liso, casi encerado, una superficie que parece como encapsulada, como inalcanzable. Parece como si la pintura ya no fuera accesible. ¿Considera su pintura melancólica?
BF ‑ No lo sé. Contrariamente a la pintura americana o a un arte que se vuelve cada vez más inmersivo, siempre he querido hacer una pintura que sea leal en sus medios y leal con el espectador, que no debe sentirse dominado por mis lienzos. Puede relacionarse con ellos de persona a persona. No son imponentes ni inmersivos. Para ello, quise sellar la pintura en una materia casi fotográfica. Quería que mi pintura fuera muy lejana.
Crea una distancia.
BF ‑ Sí, es una manera de ser leal con quien la mira. Respeto a la persona que tengo delante, que tiene todas las herramientas y armas para contradecirme o refrendarme. (…)
La importancia de la línea continua implica también un acto performativo, una pintura sin arrepentimiento. Ha admitido tirar las obras fallidas. No hace trampa. ¿Se podría hablar de una ética de trabajo, incluso de una pintura ética, transparente y legible, realizada con medios honestos?
BF ‑ Sí, considero que son condiciones indispensables de mi actividad. Yo no soy Houdini. No soy ilusionista, ni hago magia, sino cosas totalmente realistas.
¿Cuándo da por terminada o agotada una serie? ¿O corresponde decir «muerta»?
BF ‑ Cuando ya no genera más ideas. En general, dejo de trabajar en una serie cuando me ha llevado a una nueva idea y la continúo cuando siento que aún puede llevarme más lejos, que aún no está terminada.
Source :
Entrevista realizada por Angela Lampe, conservadora, Musée National d’Art Moderne, Centre Pompidou, comisaria de la exposición
In Code couleur n°34, mayo-agosto 2019, p. 12-15
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