Donación Jim Dine

A través de la pintura y la escultura bajo todas sus formas, el artista lleva haciendo oír su voz singular desde hace 60 años.

Cuando hace dos años Jim Dine decidió donar 28 de sus obras al Centre Pompidou, seguramente no imaginaba que recorrerían Europa tan pronto. Con este gesto de generosidad buscaba saldar una deuda con Francia y con París que, desde su primera visita en 1968, no han dejado de estimular su creatividad. Esta decisión, así como la coherencia del conjunto y la potente iconografía personal que manifiesta, suscitan una gran curiosidad. Cuadros y esculturas realizados entre 1962 y 2016, seleccionados por el artista para marcar las distintas fases de su trayectoria, llegaron al Centre Pompidou en dos etapas en el año 2017. Expuestas entre febrero y abril de 2018 en las salas del Musée National d’Art Moderne, comisariada por su director, Bernard Blistène, fueron mostradas a continuación en tres plantas del Museo de Arte Multimedia de Moscú. A partir de este verano podrán verse en el Centre Pompidou Málaga, ciudad natal de Picasso, el artista que más marcó la juventud de Jim Dine.

A través de una lectura temática de la donación, esta nueva presentación destaca la trayectoria plástica e introspectiva del artista. Priorizando la agrupación de los temas simbólicos a los que Dine dedicó su obra, como las herramientas, los corazones, las Venus, la bata o el personaje de Pinocho, la exposición destaca la dimensión autobiográfica de su obra. Estas temáticas obsesivas, que abarcan toda su carrera, son a la vez vestigios de sus recuerdos de infancia (las herramientas que lo rodeaban en la ferretería de su abuelo), encarnaciones metafóricas del artista (la bata masculina y su réplica femenina, la Venus de Milo), lugares para guardar los elementos personales e íntimos (el corazón que pasará a ser en cierta forma su firma) y representaciones de su personaje fetiche, Pinocho, con el que se identifica.

La disimulación del sí que atraviesa la obra de Jim Dine se sublima en sus cuadros recientes. Estos temas y su método de composición se reflejan en la actividad poética a la que se dedica en paralelo el artista desde 1968. Así, Dine no deja de retrabajar sus textos, construidos con la técnica del cut up, manejando cada palabra como si estuviera hecha de materia física, «una cosa» con un volumen y un peso, y con propiedades sonoras, desde luego, pero también estéticas. Con la complicidad del artista que, al igual que en París y Moscú, muestra varios de sus poemas al carboncillo en los rieles del espacio, las palabras amplifican las cualidades plásticas y simbólicas de sus obras.