Exposición / Museo
Eileen Gray
20 feb - 20 may 2013
El evento ha terminado
De Eileen Gray nos quedan piezas únicas y vanguardistas, archivos incompletos y… una serie de misterios. El Centro Pompidou propone una retrospectiva inédita de su obra para comprenderla mejor. A menudo, la crítica ha dividido el trabajo de Gray en dos partes, una relacionada con las artes decorativas y la otra con la arquitectura modernista. El Centro Pompidou trata de realizar una lectura actual, con total continuidad, del trabajo de una artista que practica el dibujo, la pintura, el lacado, la decoración de interiores, la arquitectura y la fotografía.
En la línea de la Gesamtkunstwerk, Eileen Gray puede considerarse una creadora total. Combinando formas de expresión, ámbitos artísticos y técnicas, preconiza una vuelta a la emoción. A través de sus realizaciones expresa todas las modalidades de la vida interior, procurando traducir y satisfacer sentimientos universales, pero teniendo solo en cuenta «al hombre de una determinada época, con los gustos, sentimientos y gestos de esa época».
En 1900, Gray tiene veintidós años. Independiente y decidida, la joven irlandesa manifiesta su deseo de escapar de un ámbito familiar muy victoriano. Renuncia al matrimonio con la voluntad de ingresar en una escuela de arte, y posteriormente de emigrar para vivir sola en Francia. Su padre, artista aficionado, le procura los medios necesarios para hacer realidad sus deseos, cubriendo sus necesidades. Eileen Gray decide en primer lugar matricularse en la Slade School of Fine Art de Londres, atraída por la enseñanza vanguardista que se imparte en ella. En este centro conoce a artistas (Percy Wyndham Lewis, Kathleen Bruce, Jessie Gavin, Jessica Dismorr) que aspiran a ser libres y descubrir el mundo. Más allá de Europa, todos sueñan con explorar Egipto, Estados Unidos, las Indias o Sudamérica. París, con unas costumbres más relajadas que Londres, se convierte en la capital en la que desea vivir todo artista. Gray se instala en la capital francesa en 1902. Ese año, se vuelca de forma resuelta en la pintura. En 1902 expone una acuarela en el Grand Palais, y en 1905 una pintura para el Salón de la Sociedad de Artistas Franceses. Instalada en las cercanías del barrio de Montparnasse, se matricula sucesivamente en la Academia Colarossi y en la Academia Julian. En esta época no guarda ningún tipo de vínculo con el universo de la decoración o el de la arquitectura. La joven evoluciona en un entorno artístico anglosajón. Frecuenta al pintor Wyndham Lewis, el retratista Gerald Festus Kelly, el poeta ocultista Aleister Crowley, el fotógrafo Stephen Haweis y su esposa, la poetisa Mina Loy, así como a Kathleen Bruce y Jessie Gavin, compañeras de la Slade School que se trasladaron con ella a París. Por mediación de Crowley y Bruce, conoce a Auguste Rodin y, por la de Haweis y Loy, a la escritora Gertrude Stein. Vive los albores del imagismo y el vorticismo, dos importantes movimientos británicos que alimentarán su obra. De la corriente poética del imagismo, que bebe tanto de la cultura japonesa como de la Grecia antigua o el Egipto clásico, Gray conserva una forma de «dar a los objetos esa forma ideogramática compleja en que convergen costumbres culturales, referencias y funciones».
En 1910, Gray abre un taller con Seizo Sugawara en la Rue Guénégaud 11. Ese año abre el tiempo de las colaboraciones, diversas, que se prolongarán durante más de veinte años. Se rodea de los mejores artistas y artesanos, como por ejemplo Kichizo Inagaki, talentoso ebanista, fabricante de zócalos para Rodin, que maneja a la perfección las esencias de las maderas. En 1908-1909 aprende a teñir y tejer hijos de lana con su amiga Evelyn Wyld en los contrafuertes del Atlas marroquí, y decide abrir con ella un segundo taller destinado al tejido de tapices, en la Rue Visconti 17-19. A partir de ese momento, los lacados y tapices serán sus nuevos soportes de expresión. Las piezas lacadas o tejidas, previamente dibujadas y pintadas a la aguada, toman forma en la densidad y el espesor de los materiales. El trabajo en dos dimensiones va integrando poco a poco la profundidad.
En 1913 comienza a montar y articular sus cuadros lacados, que además son móviles. Así, el biombo se convierte en un punto de inflexión en el tiempo en lo que a su consideración del espacio se refiere. En este sentido, El Destino es una obra doblemente emblemática: no solo es tridimensional, sino que también señala la transición de la creadora del arte figurativo a la abstracción.
Desde entonces, Eileen Gray será considerada una decoradora más que una artista. Gracias al modisto Jacques Doucet, lleva a la práctica su deseo de lanzarse en el diseño de muebles, y produce sus muebles lacados más asombrosos. Siguiendo la estela de la pionera de la decoración estadounidense Elsie de Wolfe, Gray crea, a partir de la década de 1920, sus primeros interiores para la señora Juliette Mathieu Lévy. El 17 de mayo de 1922 inaugura su galería, Jean Désert, situada en la Rue du Faubourg-Saint-Honoré 217; allí, desarrolla una red comercial, cultural y de contactos fundamentalmente parisina y estadounidense. No se atribuye ni el título de diseñadora ni de decoradora, y en su tarjeta de visita indica sencillamente: «Biombos lacados, muebles lacados, muebles de madera, colgaduras, lámparas, divanes, cristales, tapizados, decoración e instalación de apartamentos». El arquitecto rumano Jean Badovici, creador de la revista vanguardista L’Architecture vivante, comprende mejor que nadie a la creadora: una artista que ha sabido imponer «una atmósfera de infinidad plástica donde los planos se pierden unos en otros, donde cada objeto ya solo se concibe como un elemento en una unidad misteriosa y viva que lo supera. Para Eileen Gray, el espacio ya es solo una materia plástica que es posible transformar y modelar en función de las exigencias decorativas, y que ofrece a la artista posibilidades infinitas.»
Jean Badovici le imprime la energía y la confianza necesarias para construir con él, entre 1926 y 1929, la que todo el mundo considera una de las obras maestras del estilo moderno: la villa E 1027. Entre sus inicios en la Slade School hasta E 1027, Eileen Gray no recibió a priori formación arquitectónica alguna, salvo por medio de la revista L’Architecture vivante y sus archivos.
Aclamada inicialmente por la crítica vanguardista en la década de 1920, Eileen Gray cayó en el olvido hasta ser recuperada, en 1968, por la pluma del historiador Joseph Rykwert, que le devuelve su carta de nobleza en la revista Domus. Gracias a Cheska Vallois, Gilles Peyroulet, Prunella Clough y Peter Adam, numerosas de sus piezas pudieron salvarse a partir de principios de los años 70. En 1972, la venta de la colección de Jacques Doucet la devuelve al lugar que le corresponde en las artes decorativas y, en 2009, la de Pierre Bergé e Yves Saint Laurent la coloca entre los diseñadores más reconocidos del siglo XX. Las obras de Gray se conservan en la actualidad en colecciones de museos y colecciones particulares en todo el mundo.
Para esta exposición, el Centro Pompidou ha reunido, en particular, las obras de Gray para el salón Montecarlo, la habitación de la Rue Bonaparte, E 1027 o la villa de la artista, Tempe a Pailla. Las obras, que se presentan en el marco de habitaciones de época, permiten ahora al visitante comprender mejor el arte de Gray y su «voluntad de construir un espacio puramente ideal; […] verdadero porque responde a las profundas necesidades del alma y porque tiene en cuenta esa verdad fundamental en torno a la cual han girado todas las investigaciones artísticas de nuestro tiempo: un cuerpo material no es una entidad inmutable, sino una suma de posibles.»
De Eileen Gray nos quedan piezas únicas y vanguardistas, archivos incompletos y… una serie de misterios. El Centro Pompidou propone una retrospectiva inédita de su obra para comprenderla mejor. A menudo, la crítica ha dividido el trabajo de Gray en dos partes, una relacionada con las artes decorativas y la otra con la arquitectura modernista. El Centro Pompidou trata de realizar una lectura actual, con total continuidad, del trabajo de una artista que practica el dibujo, la pintura, el lacado, la decoración de interiores, la arquitectura y la fotografía.
En la línea de la Gesamtkunstwerk, Eileen Gray puede considerarse una creadora total. Combinando formas de expresión, ámbitos artísticos y técnicas, preconiza una vuelta a la emoción. A través de sus realizaciones expresa todas las modalidades de la vida interior, procurando traducir y satisfacer sentimientos universales, pero teniendo solo en cuenta «al hombre de una determinada época, con los gustos, sentimientos y gestos de esa época».
En 1900, Gray tiene veintidós años. Independiente y decidida, la joven irlandesa manifiesta su deseo de escapar de un ámbito familiar muy victoriano. Renuncia al matrimonio con la voluntad de ingresar en una escuela de arte, y posteriormente de emigrar para vivir sola en Francia. Su padre, artista aficionado, le procura los medios necesarios para hacer realidad sus deseos, cubriendo sus necesidades. Eileen Gray decide en primer lugar matricularse en la Slade School of Fine Art de Londres, atraída por la enseñanza vanguardista que se imparte en ella. En este centro conoce a artistas (Percy Wyndham Lewis, Kathleen Bruce, Jessie Gavin, Jessica Dismorr) que aspiran a ser libres y descubrir el mundo. Más allá de Europa, todos sueñan con explorar Egipto, Estados Unidos, las Indias o Sudamérica. París, con unas costumbres más relajadas que Londres, se convierte en la capital en la que desea vivir todo artista. Gray se instala en la capital francesa en 1902. Ese año, se vuelca de forma resuelta en la pintura. En 1902 expone una acuarela en el Grand Palais, y en 1905 una pintura para el Salón de la Sociedad de Artistas Franceses. Instalada en las cercanías del barrio de Montparnasse, se matricula sucesivamente en la Academia Colarossi y en la Academia Julian. En esta época no guarda ningún tipo de vínculo con el universo de la decoración o el de la arquitectura. La joven evoluciona en un entorno artístico anglosajón. Frecuenta al pintor Wyndham Lewis, el retratista Gerald Festus Kelly, el poeta ocultista Aleister Crowley, el fotógrafo Stephen Haweis y su esposa, la poetisa Mina Loy, así como a Kathleen Bruce y Jessie Gavin, compañeras de la Slade School que se trasladaron con ella a París. Por mediación de Crowley y Bruce, conoce a Auguste Rodin y, por la de Haweis y Loy, a la escritora Gertrude Stein. Vive los albores del imagismo y el vorticismo, dos importantes movimientos británicos que alimentarán su obra. De la corriente poética del imagismo, que bebe tanto de la cultura japonesa como de la Grecia antigua o el Egipto clásico, Gray conserva una forma de «dar a los objetos esa forma ideogramática compleja en que convergen costumbres culturales, referencias y funciones».
En 1910, Gray abre un taller con Seizo Sugawara en la Rue Guénégaud 11. Ese año abre el tiempo de las colaboraciones, diversas, que se prolongarán durante más de veinte años. Se rodea de los mejores artistas y artesanos, como por ejemplo Kichizo Inagaki, talentoso ebanista, fabricante de zócalos para Rodin, que maneja a la perfección las esencias de las maderas. En 1908-1909 aprende a teñir y tejer hijos de lana con su amiga Evelyn Wyld en los contrafuertes del Atlas marroquí, y decide abrir con ella un segundo taller destinado al tejido de tapices, en la Rue Visconti 17-19. A partir de ese momento, los lacados y tapices serán sus nuevos soportes de expresión. Las piezas lacadas o tejidas, previamente dibujadas y pintadas a la aguada, toman forma en la densidad y el espesor de los materiales. El trabajo en dos dimensiones va integrando poco a poco la profundidad.
En 1913 comienza a montar y articular sus cuadros lacados, que además son móviles. Así, el biombo se convierte en un punto de inflexión en el tiempo en lo que a su consideración del espacio se refiere. En este sentido, El Destino es una obra doblemente emblemática: no solo es tridimensional, sino que también señala la transición de la creadora del arte figurativo a la abstracción.
Desde entonces, Eileen Gray será considerada una decoradora más que una artista. Gracias al modisto Jacques Doucet, lleva a la práctica su deseo de lanzarse en el diseño de muebles, y produce sus muebles lacados más asombrosos. Siguiendo la estela de la pionera de la decoración estadounidense Elsie de Wolfe, Gray crea, a partir de la década de 1920, sus primeros interiores para la señora Juliette Mathieu Lévy. El 17 de mayo de 1922 inaugura su galería, Jean Désert, situada en la Rue du Faubourg-Saint-Honoré 217; allí, desarrolla una red comercial, cultural y de contactos fundamentalmente parisina y estadounidense. No se atribuye ni el título de diseñadora ni de decoradora, y en su tarjeta de visita indica sencillamente: «Biombos lacados, muebles lacados, muebles de madera, colgaduras, lámparas, divanes, cristales, tapizados, decoración e instalación de apartamentos». El arquitecto rumano Jean Badovici, creador de la revista vanguardista L’Architecture vivante, comprende mejor que nadie a la creadora: una artista que ha sabido imponer «una atmósfera de infinidad plástica donde los planos se pierden unos en otros, donde cada objeto ya solo se concibe como un elemento en una unidad misteriosa y viva que lo supera. Para Eileen Gray, el espacio ya es solo una materia plástica que es posible transformar y modelar en función de las exigencias decorativas, y que ofrece a la artista posibilidades infinitas.»
Jean Badovici le imprime la energía y la confianza necesarias para construir con él, entre 1926 y 1929, la que todo el mundo considera una de las obras maestras del estilo moderno: la villa E 1027. Entre sus inicios en la Slade School hasta E 1027, Eileen Gray no recibió a priori formación arquitectónica alguna, salvo por medio de la revista L’Architecture vivante y sus archivos.
Aclamada inicialmente por la crítica vanguardista en la década de 1920, Eileen Gray cayó en el olvido hasta ser recuperada, en 1968, por la pluma del historiador Joseph Rykwert, que le devuelve su carta de nobleza en la revista Domus. Gracias a Cheska Vallois, Gilles Peyroulet, Prunella Clough y Peter Adam, numerosas de sus piezas pudieron salvarse a partir de principios de los años 70. En 1972, la venta de la colección de Jacques Doucet la devuelve al lugar que le corresponde en las artes decorativas y, en 2009, la de Pierre Bergé e Yves Saint Laurent la coloca entre los diseñadores más reconocidos del siglo XX. Las obras de Gray se conservan en la actualidad en colecciones de museos y colecciones particulares en todo el mundo.
Para esta exposición, el Centro Pompidou ha reunido, en particular, las obras de Gray para el salón Montecarlo, la habitación de la Rue Bonaparte, E 1027 o la villa de la artista, Tempe a Pailla. Las obras, que se presentan en el marco de habitaciones de época, permiten ahora al visitante comprender mejor el arte de Gray y su «voluntad de construir un espacio puramente ideal; […] verdadero porque responde a las profundas necesidades del alma y porque tiene en cuenta esa verdad fundamental en torno a la cual han girado todas las investigaciones artísticas de nuestro tiempo: un cuerpo material no es una entidad inmutable, sino una suma de posibles.»
Quando
11:00 - 21:00, todos los días excepto martes